Aquel día festivo del 5 de marzo de 1990, un suave atardecer doraba con luz tibia los regueros de gente que se dirigían al estreno del nuevo pabellón de baloncesto de Zaragoza, el Príncipe Felipe. Las calles olían a tapicería impoluta, como si de un coche reciente se tratase, haciéndose extraño el paseo por aquellas aceras recién descubiertas.
Entre los descampados reinantes en aquella zona en expansión de la ciudad, surgía un enorme bloque rectangular blanco de 27.300m2 de expansión que no encajaba aún en la visión urbana de los seguidores del CAI, acostumbrados al viejo pabellón con forma de OVNI denominado ‘El Huevo”.
El CAI Zaragoza estaba en racha, venía de ganar semanas atrás la Copa del Rey en Las Palmas, tenía al sucesor de Magee en el heroico Mark Davis; su entrenador, Chuchi Carrera, era el más joven del país con 24 primaveras, los jugadores de la cantera habían propiciado el encumbramiento de uno de los eternos aspirantes, las finales a las que llegaba el club se contaban por victorias.
El CAI Zaragoza estaba en racha, venía de ganar semanas atrás la Copa del Rey en Las Palmas, tenía al sucesor de Magee en el heroico Mark Davis; su entrenador, Chuchi Carrera, era el más joven del país con 24 primaveras, los jugadores de la cantera habían propiciado el encumbramiento de uno de los eternos aspirantes, las finales a las que llegaba el club se contaban por victorias.
Era fácil sentirse atraído por el baloncesto. Ese mismo año se disputó la Final Four El partido de inauguración enfrentaba al CAI contra el Stroitel de Kiev, el anterior equipo del otro extranjero del CAI aquel año: Alexander Belostenny (quien posteriormente dejaría su plaza en el equipo en el tramo final de la temporada al norteamericano Pat Cummings).
La luz en el interior del pabellón hería los ojos: el brillo del parqué, el rojo chillón de los asientos relucientes, los focos, las sonrisas de los espectadores, los aros y el cristal de los tableros, todo tan nuevo. Zaragoza iba a albergar en poco más de un mes la ‘Final Four’, en la que el Jugoplastika se alzaría ante el Barça con el segundo de sus tres títulos consecutivos, y todo parecía indicar que más pronto que tarde el club local, el CAI, disputaría partidos de la máxima competición continental en ese flamante pabellón.
El equipo, los dirigentes, los jugadores, los aficionados: todos miraban hacia arriba con ambición, veían un futuro resplandeciente, se sentían capaces, confiados, ilusionados ante sus nuevos retos.
Francisco Javier Zapata, jugador zaragozano formado en las categorías base del CAI, internacional con la selección absoluta y que luego sería el primer ‘producto’ exportado a uno de los ‘grandes’ (estaría 2 años en Barcelona), anotó la primera canasta oficiosa del pabellón Príncipe Felipe. Ahí lo vemos en una foto, si no lo conocíais anteriormente ahí sabréis quién es por descarte.
El mes de mayo, el equipo femenino del Banco Zaragozano conseguía también el título de la Copa de la Reina, liderado por una extraterrestre llamada Karina Rodríguez. Zaragoza, doble campeón de Copa, el baloncesto estaba de moda. Aunque el CAI acabó aquella temporada en una paupérrima novena posición, formó un equipazo para el año siguiente (amparado por sus dos iconos, Mark Davis y Kevin Magee) y llegó a la final de la Recopa de Europa ante el PAOK Salónica en Ginebra. Aunque esa ya fue otra historia.
Francisco Javier Zapata, jugador zaragozano formado en las categorías base del CAI, internacional con la selección absoluta y que luego sería el primer ‘producto’ exportado a uno de los ‘grandes’ (estaría 2 años en Barcelona), anotó la primera canasta oficiosa del pabellón Príncipe Felipe. Ahí lo vemos en una foto, si no lo conocíais anteriormente ahí sabréis quién es por descarte.
El mes de mayo, el equipo femenino del Banco Zaragozano conseguía también el título de la Copa de la Reina, liderado por una extraterrestre llamada Karina Rodríguez. Zaragoza, doble campeón de Copa, el baloncesto estaba de moda. Aunque el CAI acabó aquella temporada en una paupérrima novena posición, formó un equipazo para el año siguiente (amparado por sus dos iconos, Mark Davis y Kevin Magee) y llegó a la final de la Recopa de Europa ante el PAOK Salónica en Ginebra. Aunque esa ya fue otra historia.
Texto: Basketconfidencial.com y zaragocistas.com
Fotos: Google.images
Grandes recuerdos, para mí el mejor CAI que recuerdo. Los Arcega, Davis, Zapata, Andreu... Aunque fuera del año posterior metería a McGee en el saco, aquella dupla Davis-McGee (¿puedo recordar una copa del Rey o me baila algún año?) fue de lo mejor de Europa.
ResponderEliminarTambién inolvidable aquella F4 con la Jugoplastika de Kukoc, quizás el momento de 'santificación' del pabellón.
Un saludo!
Sin lugar a dudas el mejor CAI de la historia como bien dices. La Copa del rey se ganó en la 89-90 con el show ofensivo de Mark Davis y sus 44 puntos.
ResponderEliminarUn saludo. Gracias por comentar
Un pabellón a la altura de un grande.
ResponderEliminarSnif, snif... qué tiempos
ResponderEliminarRecuerdo la primera vez que entré al pebllón y la excitación por ver el parqué. Corriendo entramos por la puerta y me quedé eclipsado por la luz que emanaba la madera dorada. Ese brillo borró la nostalgia que sentía por abandonar el Huevo. Con el tiempo el PF dejó de 'sorprenderme' para convertirse en casi una segunda casa.
Luegó un día en el que tuve la oportunidad de jugar en esa pista y hasta anotar alguna canastilla. Pese a que las gradas estaban vacías, la inmensidad del PF siguió sorprendiéndome aunque había estado allí tantas veces.
Después de tanto tiempo es de alabar su construcción y que siga siendo uno de los pabellones de referencia del baloncesto europeo. Pero que la desaparición del CBZ de la élite lo apartase del básket durante tanto tiempo. Y de la gloria, todavía.
Saludos desde Puertatrás
@Costalgaraldals: Así es. Esperemos recuperar viejos éxitos de antaño.
ResponderEliminar@Puertatras: A mi también me sorprendió enormemente la primera vez la luminosidad de su madera. Por edad no llegué a ver Basket en "El Huevo", si bien he visto deporte y he conpetido yo mismo en bastantes ocasiones.
Como tu dices es de alabar su construcción, su capacidad (uno de los mayores de España) que lo sitúan en la élite pese a contar con más de 20 años de antigüedad.
Saludos a ambos y gracias por comentar.